Si hubiese que dar una fórmula universal que sanase la mayor cantidad de problemas en la mayor cantidad de personas, esta fórmula sería “no pienses tanto” y para la minoría restante sería justo el contrario: “piensa un poco más”.

Con estas dos premisas tengo la certeza de que se solucionaría un porcentaje importante de los problemas de la mayoría de las personas.

No pienses tanto…

Pero el problema no está en la mente, sino en qué parte de nosotros usa la mente para pensar. ¿Es mi ego quien está en modo ego-mente?, ¿es mi consciencia la que está en modo mente-consciencia?, ¿es mi observador externo quien le está diciendo a la mente piensa esto o lo otro?
En la mayor parte de los casos (se estima que en torno al 80% de las personas) el ego utiliza a la mente en su beneficio, así que la ego-mente está activa y al servicio de un ego, un mecanismo automático e interno, cuya función es la supervivencia de la persona, pero que se le ha dado tanto poder que ahora es el único que puede utilizar a la mente.

Quizás te preguntes cómo es eso de que haya diferentes “¿personas?” dentro de ti que utilizan tu mente. Te lo explico.

Cada uno de nosotros no somos sólo una persona, sino que somos varias al mismo tiempo. Está el ego, la consciencia, el Ser interior, el observador externo y el yo.

Podría decirse que el yo se sitúa en el centro y las otras cuatro personas se sitúan alrededor. El yo es el que tiene a la mente y los otros cuatro están ahí, esperando a que el yo les ceda el uso de la mente para hacer su trabajo. Es como si en una oficina hubiese un jefe y cuatro empleados y sólo una mesa con ordenador.

Cada uno tiene que hacer su trabajo, pero el jefe está en la mesa del ordenador (la mente) y es el que decide quién lo puede usar cada vez. Las funciones de cada uno son las siguientes: el ego se dedica a la supervivencia, la consciencia a la evolución, el Ser interior a la trascendencia y el observador externo a la observación desde fuera o metaobservación.

Todos quieren usar el ordenador y pueden llegar a pelearse por sentarse en la mesa, pero es el jefe, el yo, el que debería poner orden. Ahora bien, piensa que el ego, desde que se fundó la empresa, está sentado en la mesa del ordenador al lado del yo, y desde siempre le ha hecho creer que él es el que manda y el yo el que obedece.

Y que ese mismo ego ha echado del despacho a la consciencia, al Ser interior y al observador externo y ha cerrado la puerta con llave para que el yo no pueda verlos ni oírlos.

Esto es lo que le pasa a la mayoría de las personas, que el ego está encerrado en la oficina con el yo y sólo el ego tiene acceso al ordenador, que es la mente. ¿Y quién es el yo?, pues el yo eres tú, esa parte de ti que no es ni el ego, ni la consciencia, ni el observador externo, ni el Ser interior. Así que ya somos cinco personas y cada una con su función específica: el ego tiene la función de la supervivencia, la consciencia, la de la evolución, el Ser interior, la de la trascendencia, el metaobservador, la de ver los procesos desde fuera y la del yo, coordinarlos a todos.
Como ya te dije, la mayoría de las personas vive una vida en la que el ego y el yo están encerrados en el despacho y los demás están fuera queriendo entrar, pero el ego ha cerrado la puerta con llave y no hay manera.

Aquí es donde el ego tiene a la mente (el único ordenador del despacho) para él sólo y la utiliza constantemente con el permiso del yo, porque no sabe que hay otros empleados que también podrían utilizarlo para cumplir otras funciones. Como sólo la utiliza el ego, sólo está activa una función, la de la supervivencia, las restantes: metaobservación, evolución, trascendencia y coordinación quedan anuladas.

De este modo, la empresa va tirando como puede, solucionando las cosas más o menos y avanzando con mayor o menor fortuna. Aquí es donde el ego usa la mente constantemente y se produce un exceso de actividad mental o donde no la usa nada, pero no deja a los demás usarla y la persona no se para a pensar.

En la mayoría de los casos hay un uso abusivo del ordenador del despacho por parte del ego, lo que hace que la mente esté en actividad constante y sin descanso, en modo supervivencia y sin atender a otras necesidades y procesos de la empresa. Y el jefe, el yo, está ahí, al lado del ego, obedeciéndole, porque como ha estado ahí desde el principio, se piensa que él es el que sabe lo que hay que hacer y que él es el que realmente está al mando.

Puede llegar el momento en que la empresa (o sea, tú) no pueda seguir funcionando sólo en modo supervivencia y necesite que los otros trabajadores entren al despacho a usar el ordenador y realizar sus funciones, pero el ego se suele negar a soltar el ordenador, y la empresa va entrando en pérdidas, hasta que se produce un hecho que no puede ser ignorado, un fallo, una avería y todas las personas internas (observador, consciencia y Ser interior) se unen para quejarse al yo del comportamiento mandón y acaparador del ego.

Este momento la persona lo vive como una situación de crisis (una enfermedad, un accidente, una separación, un despido, ansiedad, depresión, etc.) que le obliga a pararse y escuchar otras voces internas que no son la del ego. Cuando esto sucede, la persona se da cuenta de que algo va mal. Puede identificar las causas o puede que no, pero por fin se ha dado cuenta de que la empresa no puede seguir así y de que hay que hacer algo.

Es el momento de llamar a un especialista que analice el funcionamiento de la empresa, una especie de auditor que pueda señalar los fallos de funcionamiento, aportar las soluciones y redistribuir de manera adecuada las funciones. Este asesor, referido al mundo interior de una persona, sería el terapeuta emocional.

Y su función es ayudar al yo de la persona a abrir la puerta del despacho, reunir al ego, a la consciencia, al observador, al Ser interior y al yo y redefinir las funciones para que cada uno cumpla la suya sin estorbar a los demás, poniendo turnos para usar el único ordenador del que dispone la empresa, la mente.

El terapeuta emocional tiene la misión de enseñar al yo, es decir, a la persona, a ser un buen jefe, capaz de organizar, coordinar y mandar sobre los trabajadores de la empresa, sobre todo en el caso del ego, que es “un poco” egocéntrico y egoísta y acostumbrado a usar el ordenador constantemente en su propio beneficio.

Aquí es donde se puede decir eso de “no pienses tanto”, porque el ego no puede tener acceso libre y constante a la mente, sino que las demás personas internas también tienen que tener su tiempo de uso de la mente, y verás que, si lo haces así, tu cabeza pensará menos y será mucho más productiva. ¿Esto se aprende con facilidad?, la verdad es que requiere un tiempo, una energía y una técnica.

Con ganas, paciencia y práctica cualquiera lo puede aprender. Pero si se quiere hacer rápido y de manera milagrosa, sin esfuerzo y sin dedicarle tiempo, mejor será olvidarse de lograrlo. ¿Y dónde se aprende a hacer esto?, en las escuelas de desarrollo personal y en las consultas de los terapeutas emocionales.

Esos son los lugares más adecuados para aprenderlo. ¿Lo puedo aprender por mi cuenta?, claro que sí, pero esto es como todo, si alguien que ya sabe te enseña, te ahorras tiempo, energía, tropiezos y frustraciones y te garantizas el éxito. ¿Cuándo empezamos?, esas son las mejores palabras que puedes pronunciar.

Si quieres empezar, no tienes más que llamarnos o escribirnos y te diremos cómo hacerlo. No lo dudes, tu gestión interior mejorará más de lo que puedas pensar. Te esperamos.

José Antonio Sande Martínez
Terapeuta emocional
Noray terapia y formación

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