A menudo, en las clases de desarrollo personal e, incluso, en las de Terapia Floral, solemos decir que hay dos energías fundamentales en el Universo: el Amor y el Miedo. Esto se dice así para resumir y para no entrar en debates profundos, cuando lo que interesa es poner el foco en otro tipo de contenidos. Pero, en verdad, las dos fuerzas son el Amor y la Ignorancia. Sobre el Amor ya he escrito algunos artículos, pero sobre la Ignorancia…, todavía no me había atrevido.

Empecemos por el principio. El ser humano vive en el Cosmos y, cada uno de nosotros y nosotras, somos más pequeños respecto a ese Cosmos, que un grano de arena entre toda la arena de todas las playas y desiertos de la Tierra juntos, es decir, nuestra dimensión como seres vivos y conscientes es ínfima respecto a un Universo que, en esencia, es pura información. Cada persona es un conjunto de informaciones conscientes e inconscientes, ignorante incluso del patrón informativo y vibracional que representa su propia existencia. ¿Puede un cerebro contener toda la información del Universo? Dicho así… no es probable, pero me parece más práctico preguntarse, ¿puede una persona ser consciente del Universo en su Ser? La respuesta es sencilla: sí. Pero… ¿cualquier persona?, aquí la respuesta va a ser que no, que no cualquier persona puede conectar con toda la información del Universo, y menos desde un punto de vista mental. Estas personas suelen ser mujeres y hombres excepcionales, con un don espiritual que les lleva a estar en conexión con la Totalidad, sea lo que sea que signifique esa Totalidad.

Así que, según la línea argumental que estoy proponiendo, para conocer y estar en contacto con toda la información que hay en el Universo, hay que tener una especie de “don espiritual” porque, desde un punto de vista meramente mental, eso, probablemente, no es posible. Y ¿cómo se consigue ese don espiritual? Bueno, aquí tenemos que pasar de la física del conocimiento a la metafísica de la sabiduría. Me explico. El conocimiento puede ser definido en clave de cantidades de información, de cálculos matemáticos y físicos o de otros parámetros mentales, mientras que la sabiduría requiere un algo que no está en las calculadoras ni en los ordenadores. Ese algo trasciende el mero conocimiento y sus soportes (sea un cerebro o un ordenador), ese “algo” podría ser el Alma.

Hay que tener una especie de “don espiritual”

¿Qué dimensión del ser humano se conecta con la Totalidad? Da igual el nombre que le pongamos, porque eso sólo es un concepto, una grafía, un sonido, un consenso para definir esa dimensión interior que nos acerca a la Consciencia Cósmica. Ese “algo” que está en contacto con la Totalidad, que pertenece a ella, que sabe lo que nosotros no sabemos, que no ignora ni se mueve desde el Miedo (como nosotros/as), sino que sabe y se mueve desde el Amor. Somos nosotros y nosotras, como personas individuales, con nuestras identidades egoicas y nuestra percepción humana y limitada de la existencia, las que vivimos más cerca de la ignorancia que de la sabiduría y más cerca del Miedo que del Amor. Ese miedo surge de la Ignorancia.

  • ¡Madre mía!, ¡qué pesado con la ignorancia! Pero ¿qué es lo que no sé?
  • Pues de eso mismo se trata. Que ni siquiera sabemos qué es lo que no sabemos.
  • ¡Me estás liando!
  • Es que es un lío. No sabemos lo que no sabemos, porque es infinito, mientras que lo que sabemos es apenas una percepción parcial de la pequeña realidad que podemos observar. Recuerda que una persona respecto al Universo es más pequeña que un grano de arena comparado con todas las playas y desiertos del planeta.
  • Pero yo sé lo que sé.
  • Y no tienes ni idea de lo que no sabes. Ni tú, ni yo, ni la mayoría de las personas. Piensa en una persona de la Edad Media que tuviese todos los conocimientos desarrollados hasta la época y afirmase que lo sabía todo sobre el Universo. ¿Tendría razón?
  • Bueno, poseería todo el conocimiento de la época, pero no lo que no se había descubierto todavía. Pero es que ese conocimiento no existiría.
  • Eso de que no existiría es relativo. Quizás, en otra parte del planeta otra persona sí tendría esa información. O en otros mundos… La información de todo está en la Totalidad, otra cuestión es que nosotros no sepamos acceder a ella. Todo está en el Todo, y nosotros, mentalmente, somos demasiado limitados para acceder a ese Todo. Ahora que, con el debido entrenamiento…

Un proceso de vida implica un viaje desde lo más denso hasta lo más sutil

Ahora bien, ese Todo… ¿qué es? Para aquellas personas que viven su existencia como un proceso de evolución espiritual, el Todo está configurado por una esencia cuya propiedad fundamental es AMOR (no amor o Amor), una sustancia, energía o vibración que configura todo lo que Es y que en sí misma es expresión de AMOR. Estar en AMOR es lo mismo que estar en conexión con el Todo, comprendiendo hasta lo más esencial de ese Todo, es decir, una especie de sabiduría plena. De este modo, AMOR y Sabiduría plena están en uno de los polos de la evolución, mientras que Miedo e Ignorancia plena están en el otro. Y, en medio, nuestro mundo, nuestra vida.

Un proceso de vida implica un viaje desde lo más denso (Ignorancia y Miedo) hasta lo más sutil (Sabiduría y AMOR). Entre estos dos puntos se desarrolla la existencia de todo lo que es, hasta que se convierte en Ser, en Totalidad y en AMOR. De este modo, quien vive en Ignorancia, vive en Miedo, y quien vive en Sabiduría vive en AMOR. ¿Cómo llegar a esa Sabiduría? A través de la mirada interior, que acerca a lo más íntimo de cada persona, hasta la esencia misma de la existencia: la dimensión espiritual. Se trata de un viaje que se inicia en el ego, pasa por la consciencia y ha de llegar hasta el Espíritu. De momento, para ir empezando, bastaría con hacer un viaje desde el ego hacia la consciencia[1], para ir alejándose del Miedo (y de la Ignorancia) y acercándose al Amor (y a cierta Sabiduría). Sólo el hecho de planteárselo ya es un gran paso para cada uno de nosotros y nosotras. Este proceso no se suele vivir como una transformación instantánea, sino como un camino del Alma del que todos y todas participamos, cada uno/a a su ritmo. En esto, todas las personas somos Almas en proceso.

José Antonio Sande Martínez

Terapeuta emocional y floral

Noray Terapia Floral

[1] El viaje del ego hacia la consciencia, José A. Sande Mtnez., Editorial Arcopress, 2019.

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