En artículos anteriores he hablado sobre los diferentes niveles de existencia y de consciencia fundamentándolos en la Teoría de la Dinámica Espiral, cuyo libro traducido al español recomiendo leer: La Dinámica Espiral, de Fabien y Patricia Chabreuil, de la editorial Vesica Piscis Evolucionaria.

En este texto voy a profundizar en una cuestión no siempre comprendida ni aceptada: el hecho de que la existencia de diferentes niveles de consciencia hace que, en mi opinión, y desde el punto de vista evolutivo, no todas las personas sean iguales.

La consciencia es una función resultado de la actividad del Ser Interior y de su interacción con la mente, la conciencia y la propia vida. Ahora bien, vistos los diferentes grados de consciencia en los que las personas coexisten, se puede entender que la consciencia es una función de la que no todas las personas pueden hacer uso en la misma medida, grado, amplitud o profundidad. Por ejemplo, para una persona en grado de consciencia 2, en el que el grupo familiar o clan y “la sangre” son elementos fundamentales de su escala de valores, le puede resultar muy complicado entender que un familiar cercano, hijo o nieto decida irse a trabajar a otra ciudad o país si en el negocio familiar tiene un lugar seguro. En este caso la persona que se quiere ir puede existir en un grado de consciencia 5, en el que desarrollarse profesional y creativamente en libertad es un valor fundamental para sentirse realizado. Por mucho que la persona de grado de consciencia 5 le explique a la de grado 2 que siente la necesidad de irse, la de grado 2 argumentará que allí tiene un trabajo seguro, que no tiene que empezar de cero, que la familia le protege y le apoya y que dónde va a estar mejor que con su familia. Ejemplos como éste podrían exponerse cientos, pero todos darían vueltas en torno a la misma cuestión: las personas de grado de consciencia más amplio son capaces de entender y comprender los modelos de existencia de grados menos amplios, pero esto no ocurre a la inversa, alguien de grado de consciencia 2 no tiene la capacidad de comprender la forma de transitar la existencia de alguien de grado de consciencia 6.

Aquí está el quid de la cuestión. Cada grado de consciencia puede entender y comprender su grado y, en parte, los anteriores, pero no los que son más amplios porque, llegado el límite de su grado de consciencia, ésta no puede abarcar mayor amplitud. Incluso intentando utilizar el ordenador-mente, éste no llega más allá de lo que ha sido programado para entender.

Tanto en consulta como en los cursos me encuentro con personas en diferentes grados de consciencia y con diferente amplitud de miras. Lo que unas personas comprenden y aceptan con total naturalidad, otras no solo no llegan a entenderlo, sino que lo rechazan con vehemencia aludiendo a que es absurdo, ilógico, surrealista o, simplemente, imposible.

– Imposible… en tu mundo – argumento yo -.

– ¿Cómo que en mi mundo? Sólo hay un mundo – responden a veces -.

– Claro, y ese mundo es como tú lo ves ¿verdad?, no hay otra manera de verlo. (Hasta ahí llega su consciencia).

En su obra Los complejos y el inconsciente, C. G. Jung escribe: “siempre hay gente que cree que lo que ellos juzgan bueno es válido para el mundo entero. Todos éstos son rasgos primitivos, que estamos muy lejos de haber superado”. En los cuatro primeros grados de consciencia esta perspectiva limitante se da de manera natural. Es a partir del grado 5 hacia delante que se empieza a aceptar la idea de que cada persona existe en su mundo y en su grado de consciencia y que cada uno contempla la realidad con una conciencia diferente, es decir, desde un estado de atención, percepción y reconocimiento distinto. Lo que lleva a que lo que una persona considera que es acertado, válido o bueno, otra persona lo considera como una locura o un imposible.

La consciencia como función del Ser interior y la mente como función del cerebro, tienen sus límites para cada persona. Si es razonable aceptar que hay personas más inteligentes y otras menos, también esto ocurre con la consciencia, de modo que hay personas con grados de consciencia muy amplio y otras con grados más restringidos. Quiero señalar que la mayor o menor amplitud de consciencia nada tienen que ver con la inteligencia mental ni con la erudición, la cultura o los títulos académicos. Hay personas muy inteligentes o cultas con un limitado grado de consciencia y personas poco cultas o aparentemente menos inteligentes con un grado de consciencia muy amplio.

Entonces… ¿con qué tienen que ver los grados de consciencia? Personalmente mantengo la creencia de que estos grados tienen que ver con la edad del Alma y con los aprendizajes que ésta viene a realizar en la vida. Cuanto más vieja es el Alma encarnada, mayor es el grado de consciencia del que dota a la persona. Creo que es una explicación sencilla y fácil de entender, otra cuestión es que se crea en la existencia de las almas. En mi mundo, y en gran medida es fruto de la experiencia como maestro y terapeuta, la consciencia no tiene nada que ver con la inteligencia, el género, la edad, el nivel cultural, el estatus económico, la religión u otros factores externos y aleatorios. El factor predominante está vinculado al Ser Interior o Alma, entendida ésta como una entidad de naturaleza procesal, que se encarna en el planeta Tierra para vivir experiencias que no podrían ser alcanzadas de otra manera. Tratándose de una creencia que no puedo ni necesito demostrar, sólo puedo concluir este artículo con una frase de la película Solaris que forma parte de mi vida desde hace años: “No hay respuestas, sólo opciones”.

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