Esta frase me la regaló una amiga especial, terapeuta floral y maestra mejicana, Rocío. Decía haberla escuchado de labios de un cura. Hoy quiero aprovecharla para este escrito.

Como ya he contado en anteriores artículos, el ego se alimenta de muchos programas emocionales y mentales, algunos en apariencia sanos y otros claramente insanos. Uno de esos alimentos es el resentimiento. María Moliner lo define como: “Sentimiento penoso y contenido del que se cree maltratado, acompañado de enemistad u hostilidad hacia los que cree culpables del mal trato”. Sencillo de entender y, en el caso de algunas personas, alimento del ego de alto contenido calórico.

Hay muchas maneras en las que el ego accede a este alimento y, por supuesto, todas con razones de peso para ello. ¡Cómo no iba a tener el ego razón!, ¡siempre la tiene! Si se me hiere, si se me causa dolor, si se me ofende, se me humilla, se pisotea mi orgullo… ¿me voy a quedar de brazos cruzados? Pero una cosa es la acción (que alimenta a la consciencia) y otra bien diferente la reacción (que alimenta al ego). Por supuesto no todos los egos se alimentan de resentimiento, hay personas que no tienen este defecto… no pasa nada, tendrán otros. Pero… ¿cómo alimenta el resentimiento al ego? Seguramente que de muchas maneras, contaré una de ellas para que sirva de ejemplo.

Un ego que se alimenta de ejercer poder sobre los demás tiene que encontrar diferentes maneras de ejercerlo, una de ellas es la de castigar. Si yo puedo castigar es que estoy en una posición de superioridad, una posición que me permite ejercer el poder de sancionar, pero para eso necesito motivos, eso de castigar por capricho no está bien visto. Así que mi ego se dedica a buscar una fórmula que le permita castigar con pleno derecho: “¡hmmm!, ¡ya está!, cuando me hagan daño de alguna manera, me enfado y guardo ese enfado en mi memoria así, cuando quiera comer enfado, necesidad de vengarme y castigo no tengo nada más que sacarlo a relucir y puedo comer, ¡qué buena idea!”. Así se lo monta el ego para ir sobreviviendo a base de emociones fuera de justa medida. De este modo utiliza el dolor, la ofensa o la humillación vividos como razón (en realidad excusa) para alimentarse de varios platos al mismo tiempo: resentimiento, enfado, venganza, castigo y/o ejercicio de poder.

Vayamos más allá y profundicemos en los desde dóndes. Si mi ego se alimenta de ejercer poder, entonces tiene que encontrar modos de ejercerlo de una manera justificada, que las demás personas no puedan rebatirlo, así que cojo ese resentimiento y lo guardo, no dejo que se diluya, lo voy sacando de vez en cuando de modo que el ego pueda comer de él sin que se gaste. Como mi ego tiene derecho a estar enfadado, porque se le hizo daño, entonces también tiene derecho a castigar. Si perdonase u olvidase, ya no podría castigar, y si no pudiese no podría ejercer ese poder concreto y el ego perdería uno de sus alimentos, quizás su preferido. Así que es mejor aferrarse a ese resentimiento, para que el ego siempre pueda comer.

Si en un momento del proceso evolutivo de vivir se produjera una toma de consciencia en torno a esta cuestión la mente-consciencia podría reclamar su propio alimento, la virtud opuesta al defecto del resentimiento. ¿Y eso cómo se hace?, ¿cómo crear el alimento para la consciencia a partir del alimento del ego? Recordemos la máxima “no luches contra el defecto, desarrolla la virtud opuesta”. De un modo general el defecto siempre es el Miedo (disfrazado de muchos miedos) y la virtud siempre es el Amor (en forma de múltiples amores), así que la virtud opuesta al Miedo es el Amor y ¿cuál es la virtud opuesta al resentimiento?, mi propuesta está inspirada en la frase que da título a este artículo: aceptar-comprender-perdonar-amar. ¡Pero es mucho más compleja que el defecto! No lo creo, porque en este caso el alimento del ego puede ser poder-resentimiento-venganza-castigo, por ejemplo. Así que ha llegado la hora de darle de comer a la consciencia, su plato será aceptar-comprender-perdonar-amar.

Puede que haya quien señale que perdonar es una arrogancia, que quien perdona está ejerciendo poder. Bueno…permitidme buscar la definición de “perdonar”: “Renunciar alguien voluntariamente a castigar una falta, delito u ofensa o cobrar una deuda. No guardar resentimiento ni responder con reciprocidad cuando se recibe un agravio […]”. Es más larga pero creo que con esto basta. Ese “renunciar” debe ser una acción desde la consciencia y el Amor, no un paripé del ego para seguir ejerciendo poder (perdonando un poquito hoy y mañana no haciéndolo…), porque si no estaríamos en las mismas. Habrá quien diga que para perdonar tiene que entender por qué razón la persona causó el dolor, eso es más de lo mismo, los “por qués” y el “entender” son alimento para el ego y, además, la persona dolida probablemente pensará que nunca haría lo que se le ha hecho (¡cuidado!, no hay que escupir para arriba porque te puede caer encima), así que le resultará muy difícil entender y hasta que no entienda no podrá perdonar y si no perdona seguirá alimentando al ego y…. ¡uf!, otra vez en bucle y alimentando al ego, si es que se las sabe todas. ¡Pues sí!, por eso el paso de entender es una trampa egóica que hay que dejar atrás creando un nuevo engrama: aceptar. No voy a explicar qué significa aceptar porque precisamente con ese título ya hay un artículo de hace un tiempo. Paso primero: aceptar. Este paso es fundamental porque sin él el siguiente paso no podría darse: comprender. La ego-mente necesita entender, la mente-consciencia accede a un nivel más profundo, que es la comprensión, en la que no sólo se procesa la información de manera meramente racional sino que también se procesa a nivel emocional. Incluso si no se pudiese comprender, podemos saltarnos este paso y tomar la decisión de perdonar, una acción voluntaria y consciente (acto de voluntad consciente) que nace en la consciencia, no en el ego y que implica renunciar al castigo, al enfado, a la venganza y al ejercicio del poder. Llegamos entonces al último componente del engrama que he propuesto, Amar. Amar desde la consciencia no es lo mismo que amar desde el ego, ni sirve para lo mismo, ni está hecho de los mismos componentes, ni se manifiesta de la misma manera… es otra cosa. Me permito aquí parafrasear al maestro Mahatma Gandhi cuando dijo: “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”, y lo cambio para dar una herramienta a la consciencia: “No hay caminos para el Amor, el Amor es el camino”.

El ego ama, la consciencia Ama y el Espíritu AMA. Cada una de esas maneras de amar depende del nivel de consciencia en el que vive la persona. Si queremos seguir ampliando esa consciencia y acercarnos al Amor y al AMOR tenemos que seguir alimentando a la consciencia y desarrollando las virtudes opuestas a los defectos (carencias y excesos), alcanzando así justas medidas y la tan anhelada serenidad interior. En este caso dejando atrás el engrama poder-resentimiento-venganza-castigo y desarrollando el engrama aceptar-comprender-perdonar-Amar. En esto, una vez más, todos somos Almas en proceso.

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