“Vivir en oferta o vivir en demanda”. Esta es una expresión que, a menudo, utilizo en consulta y en los cursos para terapeutas florales y emocionales. Vivir en oferta o en demanda depende fundamentalmente de la programación emocional y mental de la persona, incluso hay quien puede estar en oferta en unos ámbitos de su vida y en demanda en otros. Profundicemos en la idea.

Cuando una persona vive en oferta quiere decir que, en el fondo de sus acciones subyace una motivación (un desde dónde) muy concreto: está comprando Amor. Se da en aquellos casos en los que la persona vive en carencia de Amor a sí misma y siente que esa carencia puede ser satisfecha recibiendo Amor de las demás personas. Aquí se dan varios errores de base. Veamos algunos. Por un lado el Amor a una misma nunca puede ser satisfecho ni compensado por el Amor de los otros, pues son dos tipos de Amor diferente que satisfacen necesidades diferentes. Otro error de base es la creencia de que el Amor puede ser comprado. Para esta compra la persona recurre a diferentes medios de pago, patrones de conducta como ser muy servicial, vivir en la culpabilidad, establecer dependencias emocionales, permitir el sometimiento y/o el maltrato, vivir en humillación permanente, no relacionarse con asertividad, permitir el control, vivir queriendo salvar a los demás, exceso de bondad  y otras actitudes vitales que se vinculan a emociones y sentimientos fuera de justa medida: servilismo, culpabilidad, baja autoestima, miedos, humildad excesiva, idealización, autoexigencia, preocupación por los otros, ayudadicción, autocrítica constante, etc.

Cuando una persona vive en oferta quiere decir que, en el fondo de sus acciones subyace una motivación (un desde dónde) muy concreto: está comprando Amor.

La persona que vive en oferta hace de todo con tal de recibir ese sucedáneo de amor que consigue mendigar a cambio de su ofrecimiento. Obviamente, esta dinámica que aquí explico suele ser inconsciente y tiene un componente aún más profundo: estas conductas, las emociones y sentimientos correspondientes, las creencias e ideas subyacentes y las acciones, reacciones y relaciones asociadas a todo ello son alimento para el ego de la persona y lecciones para su Ser Interior (recomiendo aquí la lectura de anteriores artículos relacionados con el ego como constructo psíquico interno, en nada relacionado con el concepto tradicional de orgullo, presunción o vanagloria). El ego de esta persona ha aprendido a alimentarse a través del estrés y la tensión, los excesos y las carencias y el miedo vinculados a la búsqueda del Amor en los otros. Esta situación obliga a la persona a vivir en oferta de sí misma, de su tiempo, su energía, su dinero, sus bienes materiales, su propio amor (en minúscula por ser amor egoico), todo ello con tal de conseguir Amor. Malas noticias, esto no va a pasar, este Amor (en mayúscula por ser Amor de consciencia) ni se compra ni se vende, una lo encuentra en su Ser Interior y los demás lo pueden regalar si quieren, pero nunca vender. Como le digo a pacientes y alumnado: un amor que se vende o se compra nunca es Amor, es sucedáneo de Amor.

¿Por qué alguien querría vivir en oferta? Bueno, esto es algo que no se decide conscientemente. En ocasiones se nace con esta predisposición, lo que está relacionado con las lecciones de vida del alma de la persona. Otras veces son aprendizajes que se hacen en el seno familiar, siguiendo la educación recibida o el ejemplo ofrecido por padres, madres u otros familiares. En el caso de que sea educativo hay muchas maneras de crear esta programación emocional en la niña o el niño: “hija mía, tu siempre obedece”, “con esa actitud no te va a querer nadie”, “tú nunca discutas, si es necesario te callas y lo dejas pasar”. Enseñanzas como estas son ejemplo de una manera de educar insana pero común. También se dan situaciones vitales que llevan a estos aprendizajes, por ejemplo la convivencia con progenitores nada cariñosos, la relación con personas chantajistas emocionales, padres o madres extremadamente exigentes, carencia de figura paterna o materna, abandono, tener que cuidar de la familia a edades muy tempranas, humillación y maltrato, machismo por parte de la madre o del padre. Las situaciones vitales y las programaciones emocionales y mentales son múltiples, aquí sólo he comentado algunas.

El resultado es que la persona vive con una programación emocional insana, que alimenta al ego por carencias y excesos y que muestra al exterior, inconscientemente, una serie de vulnerabilidades o cerraduras para que otras personas puedan usar sus llaves (recomiendo el artículo De llaves y cerraduras). De esta manera la persona, con sus actitudes, su lenguaje corporal y su forma de relacionarse, emite la información de que vive en oferta y que se vende barata, de modo que siempre habrá personas que, consciente o inconscientemente, interaccionen con ella en base a esa oferta para conseguir Amor.

Cuando la persona llega a consulta lo habitual es que no maneje este tipo de conceptos y que no sea consciente de que su programación emocional egoica se alimente de ese vivir en oferta. Es necesario todo un trabajo de toma de consciencia para que sea capaz no sólo de comprender, sino de reconocer en sí misma esas emociones, sentimientos, ideas, pensamientos y patrones de conducta que el ego utiliza para mantenerla atrapada en una vida insana. Es habitual que desde afuera personas cercanas le hayan dado los mismos argumentos, pero la dificultad de aceptar lo insano de la situación o de las actitudes mantenidas es grande cuando se vive en ego y no en consciencia. En esta situación las Flores de Bach son una herramienta inapreciable en el marco de la Terapia Floral, ya que son las que “hacen consciente lo inconsciente” y las que aportan la fuerza necesaria para iniciar y mantener las transformaciones profundas.

Apoyándose en el trabajo en consulta, en las esencias florales y en el trabajo que la persona hace, puede cambiar su programación emocional y aprender a vivir en oferta y demanda en justa medida.

Pero… ¿qué es vivir en demanda?, ¿cómo se logra esa actitud? No se trata, como dice el dicho, de pasar de calvo a ir con tres pelucas. Cuando una persona vive en oferta quiere decir que, en el fondo de sus acciones subyace una motivación (un desde dónde) muy concreto: está comprando Amor. Para ello se trata de encontrar el punto sano en el servicio, en la bondad, en la entrega, en la responsabilidad y muchos aspectos que, fuera de justa medida, abocan a la persona a ese estado de oferta insano. Esta programación emocional hay personas que la traen de serie, otras lo aprenden en su infancia o juventud y otras lo adquieren a través de procesos terapéuticos o de desarrollo personal. Un aspecto fundamental para vivir en demanda es amarse a una misma incondicionalmente, amarse por existir, por Ser, de modo que ese Amor no tenga que ser mendigado o comprado fuera. Esto posiciona a la persona de modo que no necesita comprar ese sucedáneo de amor que algunos y algunas ofrecen a precio de oro y que, sin embargo, no es otra cosa que engañifa para desesperados, sedientos de aceptación y Amor.

Un aspecto fundamental para vivir en demanda es amarse a una misma incondicionalmente, amarse por existir, por Ser.

El desarrollo personal, el autoconocimiento y el desarrollo de la consciencia favorecen todos estos procesos y ayudan a las personas a comprender con mayor profundidad y amplitud su propia vida, la de los otros y la Vida en sí misma. Todo ello permite una ampliación de la consciencia personal y colectiva así como una relación con el yo, los otros y lo otro más sana, armoniosa y consciente. Esto sí que es real, palpable y demostrable, y no el amor de mentira que se pretende comprar viviendo en oferta.

José Antonio Sande Martínez
Noray Terapia Floral
Socio COFENAT Nº 3368

× ¿Cómo puedo ayudarte?
Ir al contenido