El cerebro tiene diferentes maneras de aprender, una de ellas, que se activa desde la infancia y hace que aprendamos de manera automática, es el uso de la intensidad, la frecuencia y la duración de los estímulos, de modo que éstos crean improntas, rutas y engramas neuronales donde residen los recuerdos y los aprendizajes.

De este modo se aprende en la infancia y también se puede aprender en edades posteriores, sobre todo si usamos la voluntad consciente, lo que permite integrar aprendizajes mentales, emocionales y físicos, capaces de cambiar nuestra forma de ser, estar y relacionarnos.

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