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Desde el momento del nacimiento (y antes) estamos sometidos a estímulos, emociones, sentimientos, creencias y pensamientos que definen nuestro carácter y temperamento. A través de esas dos naturalezas, conformadoras de la personalidad, nos relacionamos con la vida, con los demás y con nosotros/as mismos/as.
Los programas emocionales y mentales que se graban en la persona se pueden considerar como llaves y cerraduras que determinan cómo van a ser esas relaciones e interacciones.
Reconocer estos aspectos es importante.