Relato:

Miedo a vivir

Alicia, 45 años, 2017.

Hace algo más de año y medio comencé mi terapia con Flores de Bach en el centro Noray Terapia Floral. No conocía esta Terapia Natural, era algo nuevo y desconocido para mí. ¿Cómo la conocí? Pues por un comentario de una compañera en el trabajo. La escuché en un par de ocasiones decir que su hermana había acudido a este centro y que estaba muy cambiada, que era otra persona. Yo, cuando la escuchaba, pensaba: “quiero ser como ella”. Cada vez sentía más curiosidad y pensaba: “¿será verdad?”.

En un par de ocasiones le pedí el número de teléfono, pero no me lo daba, y yo tampoco insistía demasiado. No fue hasta diciembre de 2015 que me dio un bajón muy fuerte en el trabajo, supuestamente por depresión y ansiedad, con su correspondiente tratamiento de pastillas y más pastillas, las cuáles me dejaban atontada, me sentía todo el día como drogada, sin ganas de vivir. Y así fue, ya desesperada, cuando le insistí a mi compañera que me diera el teléfono del terapeuta. Me lo dio, llamé, y tengo que decir que fue la llamada de teléfono que, sin saberlo en ese momento, le daría un giro a mi vida.

Como ya he dicho fue sin mucho conocimiento y nerviosa, pero sobre todo iba muy esperanzada y un poco ilusionada pensando si sería verdad que con la terapia con Flores de Bach iba a cambiar tanto. Y ahí llegué yo, muy pequeñita, con mis miedos, mis inseguridades, mi sentimiento de culpa, mis apegos (en especial con mi perro), mi timidez, mi falta de deseo sexual, mi poco amor propio… Sí, iba jodida pero, en realidad, no me daba cuenta de que me pasaba todo esto. Empecé a ir a consulta una vez cada tres semanas, al principio con un remedio rescate. Poco a poco, con el control del médico, fui dejando las pastillas, ya que comprendí que quitan los síntomas, pero no arreglan los problemas. Cuando empecé la terapia yo tenía pareja, a los dos meses se acabó la relación, hasta ese momento no me sentía capaz de acabar con ella, pero sabía desde hacía tiempo que esa relación no iba a ninguna parte, pero lo dicho, no me atrevía. Con las esencias florales, poco a poco, iba sintiendo dentro de mí una fuerza que no había notado nunca. Notaba que algo se me removía, que algo estaba cambiando. La gente de mi alrededor también me lo notaba, y mucho.

Cuando llevaba unos meses de terapia me dio un bajoncillo, me sentía fuera de lugar, que no encontraba mi sitio en la vida, pero poco a poco esa sensación fue desapareciendo y continué adelante. Yo soy muy impaciente y eso hacía que, a veces, me desesperara, porque quería que todo cambiase más rápido, pero todo tiene su proceso y eso lo veo ahora.

«… Pero todo tiene su proceso y eso lo veo ahora.»

Sinceramente, me cuesta un poco recordar, después de casi año y medio, qué queda de aquella persona que yo era. Sólo sé que ahora me siento mucho más segura, el sentimiento de culpa algunas veces todavía me viene pero no me tortura como antes y de otras cuestiones emocionales quiero contar un poco más en detalle.

«_Sinceramente, me cuesta un poco recordar qué queda de aquella persona que yo era.»

Mi timidez: soy mucho menos tímida, pero quiero seguir trabajando en ello, aunque mi cambio en este tema ha sido muy notable. Antes me costaba mucho relacionarme, hablar con la gente que no conocía, ahora, como he dicho, me cuesta menos.

Mis apegos: tengo que decir que este tema ha sido un poco duro. Yo tenía mucho apego a mi hijo y, sobre todo, con mi perro, con mi perro era casi enfermiza. Para mí era un sufrimiento constante. El solo hecho de ir a comprar, trabajar, tomarme algo por ahí y dejar a mi perro solo provocaba en mi pensamientos como: “no me va a querer por dejarlo solo” y eso me mataba. Y con mi hijo más o menos igual. Todavía me pasa, pero con mucha menos frecuencia y, sobre todo, controlo mucho mejor mis pensamientos y ese apego.

Mis miedos: en general tenía muchos miedos pero, sobre todo, a vivir. Sí, miedo a vivir. Miedo a coger el coche e ir para algún sitio que no estuviera dentro de mi zona de confort, miedo a ir sola de vacaciones, a ir al cine, a tomar café, a relacionarme…, no pararía, como ya he dicho, miedo a vivir. Pues bien, estoy soltera y la mayoría de las cosas las hago sola. Uno de mis grandes logros, irme de vacaciones con mi hijo a París los dos solos, yo que nunca he viajado, aunque ganas no me faltaban, pero no me atrevía a hacerlo. Esta vez me atreví y no tengo palabras para explicar lo orgullosa que me siento de este gran cambio que he dado. Y todo gracias a mi trabajo interior y a la Terapia con Flores de Bach.

«… En general tenía muchos miedos pero, sobre todo, a vivir.»

Sé que tengo y quiero seguir mejorando en muchas cosas y, de hecho, estoy en ello, pero mi balance en este año y medio de terapia es claramente brutal. En definitiva, mi experiencia con la Terapia Floral ha sido y es una de las mejores cosas que he descubierto, y lo digo con conocimiento de causa. Ha sido un antes y un después.

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